Por José Núñez
Las cinco principales variables que permiten una reelección presidencial son:
La ley en que se sustente cada país.
La situación económica y sus perspectivas.
El respaldo de la población.
El apoyo interno en su partido.
La posición que adopten las organizaciones de la sociedad civil y la empresarial.
¿Cuántas han pasado la prueba?
Iniciemos con la ley de leyes, también llamada por todos la Carta Magna, es decir, nos estamos refiriendo a ley sustantiva, a la Constitución. Y el tema de la reelección presidencial se ha discutido tanto, que ya se puede decir literalmente, que en un corto tiempo ha superado la enésima vez en la cantidad de escritos sobre el tema en cuestión.
Y en lo referente a su Artículo número 124 y el párrafo transitorio que le acompaña, dicen las cosas tan claras y precisas, que no ameritan cuestionamientos, salvo que no sea una de las jocosidades que siempre aparecen entre algunos intérpretes legales y unos que otros legisladores.
Ciertamente, las señoras Miriam Cabral y Lucia Medina, además de Radhamés Camacho, entre otros diputados y diputadas, dijeron en días anteriores, que el presidente Danilo Medina podía aspirar a reelegirse otra vez sin necesidad de tener que modificar la Constitución. Eran razonamientos más que penosos, lamentables. Pero ya al parecer han hecho mutis con ese asunto.
Ahora, últimamente, sale el señor Ramón Ventura Camejo con otro de su desaguisado, no olviden que dijo, que un acuerdo que firmaron todos los miembros del Comité Político de su Partido, lo llamó que fue «un atraco», después de usufructuarlo, y dice olímpicamente en este mes, que el Presidente puede inscribirse como aspirante presidencial sin tener que modificar la Constitución. Ustedes se imaginan como anda la lógica en la cabeza de este caballero.
Entonces, con lo que plantea la Constitución con respeto a la reelección, no es posible el señor Presidente aspirar sin antes cambiarla, por lo tanto, a menos que no sea por el método que anda de boca en boca, donde se dice que solamente se modificaría, si se soborna a algunos legisladores por sumas millonarias, es decir, que antes de nacer ese nuevo cambio, por los cuestionamientos, y sin estar consensuado, ya vendría ilegítimo.
Es que si se actúa así frente a la Constitución, haciéndole cambio utilizando la vía del dinero y sin consenso, al final del túnel, los resultados nunca son felices, aunque coyunturalmente parezcan.
Precisamente, ante situaciones como esta, escribió hace más de un siglo el político y abogado, además fue el decimosexto presidente de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln; «Nosotros, el pueblo, somos los legítimos amos tanto del Congreso como de los tribunales, no para derrocar la Constitución sino para derrocar a los hombres que pervierten la Constitución».
También, el profesor Juan Bosch en el tema de las leyes y de interés para la sociedad, entre otras cosas, dijo; «Hay que educar al hombre para que respete las leyes. Sin leyes no hay sociedad humana, y las leyes sólo tienen valor si cada persona las acepta y las respeta y las hace respetar».
Con relación a los dos párrafos anteriores debemos puntualizar, que los acuerdos se deben cumplir, hay que imponer que se respeten, especialmente cuando se realizan entre los que mandan y dirigen, y máximamente cuando se notarizan.
La situación económica y sus perspectivas. Como una nación clasificada en la categoría socioeconómica de ingresos medios, es decir, subdesarrollada y un poco distante de alcanzar el desarrollo, y al ser la economía una ciencia basada en las comparaciones, nuestra situación con relación a los demás países de América Latina en sentido general, es estable y puntera en muchos de los principales indicadores macroeconómicos, en lo cual llevamos casi 15 años ininterrumpidos.
Además, tenemos un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que lleva más de tres
décadas, salvo en los cuatrienios de Salvador Jorge Blanco (1978-82) y el de Hipólito Mejía (2000-2004).
En honor a la verdad, las administraciones moradas han pasado las pruebas con el tema económico, no es el ideal, pero han sido positivas en sentido general, y por lo tanto, mantienen sus perspectivas favorables para el país, o sea, Danilo y la reelección en este punto, pasan las pruebas con notas muy buenas.
Ahora nos vamos con el respaldo que le estaría dando la población a la potencial segunda reelección del presidente Medina. Aquí las cosas no le salen nada bien, ya que aunque a pesar de darle la población una aprobación muy buena a su gestión de gobierno, de un 62%, después de estar siete (7) años corridos gobernando, esto es algo excelente.
En ese mismo contexto del párrafo anterior, el rechazo a que se reelija otra vez, hoy está por el 75%, es decir, va in crescendo, ya que en meses anteriores rondaba los 60-64%, y ahora se ve remontando el citado rechazo. Ahí se achicharra la otra posible reelección de Danilo.
El apoyo interno del Partido de la Liberación Dominicana en los organismos superiores o del mando ejecutivo y operativo, tipo los Comités Político y el Central, aquí la mayoría a favor de Danilo Medina es aplastante, siguen la tradición los peledeístas, de estar mayoritariamente, casi siempre, al lado de quien controla el Poder Ejecutivo, en otras palabras, los decretos.
Entonces, estaría por verse y es muy discutido, que la representación real, las de las bases moradas, están en su mayoría con el que consideran el líder del PLD, a Leonel Fernández, pero serían tan vulnerables frente al poder que representa el Estado, que su simpatía no es de fiar en un proceso de elección interna, incluso, sin importar la modalidad.
Muchos de la base, es seguro que ceden, inclusive, eso se da hasta en los niveles de ciertas holguras económicas, ahora con gente indefensa en términos financieros, es un pan comido, por lo tanto, en una competencia interna, la reelección va viento en popa, lo que sería inverso, si es con toda la población de frente a través de un referéndum, porque ya se sabe que cuenta con un 75% de rechazo.
En estas coyunturas, las posiciones que adoptan las organizaciones de la sociedad civil y las
empresariales, juegan un rol determinante, incluso, en muchas ocasiones son más decisorias que las de los mismos partidos políticos y hasta de la misma población.
Y para el caso dominicano, donde éstas, la Sociedad Civil, y las Organizaciones Empresariales y las no Gubernamentales tienen un prestigio tan bien ganado, y ya es longevo, al tener la gran mayoría una posición definida, clara, firme y opuesta en su gran mayoría a que se modifique la Constitución para otra reelección de Danilo Medina, es casi como ponerles la tapa al pomo.
Por todo lo planteado precedentemente, observamos que de las cinco principales variables que posibilitarían otra reelección a Danilo, solamente dos en sentido general han pasado la prueba de la sociedad, y son; la situación económica y sus perspectivas, además del apoyo interno, pero éste último, siempre y cuando se utilicen los recursos del erario.
Mientras que por el otro lado, en este contexto, existen tres variables que se oponen tajantemente a otra reelección en el país, y éstas son consideradas las más determinantes, las cuales son; la Constitución o Carta Magna, el soberano, es decir, la población, la única que realmente posee el poder legítimo, y los sectores que componen la sociedad civil y el mundo empresarial, incluyendo por supuesto, a los microempresarios.
Vista esta situación, con cinco variables fundamentales que posibilitarían una modificación constitucional reeleccionista, donde solo una pasa la prueba (el tema de la economía) y la otra, la pasa por las ventajas de los intereses y el manejo de los sobrecitos (el control de las estructuras del PLD), no así de sus miembros o base.
Mientras que tres de los cinco elementos principales están en total oposición a que se haga tal reforma (la Constitución la tiene prohibida, la población, con un 75% de rechazo, y las instituciones empresariales y las de la sociedad civil, además de los partidos opositores), por lo tanto, se puede concluir, que la reelección, verdaderamente está desmontada de los pies hasta el cuello, solo faltaría llegar hasta la cabeza.
En definitiva, tal reforma reeleccionista en una segunda oportunidad consecutiva, es una jugada que «vale más la sal que el (apetitoso y abundante) chivo».